Origen

Nací el 4 de abril de 2005. No heredé una ideología. Tampoco repetí consignas. Mi pensamiento se forjó leyendo, estudiando y cuestionando. Y cuando empecé a cuestionar, me encontré con una verdad incómoda: al sistema no le molesta que hables, le molesta que pienses.

No soy producto de una universidad ni de una cátedra financiada por fundaciones estatales. Mi formación es autodidacta, pero rigurosa. Estudié a los autores que explicaron cómo funciona el mundo real mucho antes de que se inventaran las teorías que hoy lo destruyen. Aprendí de Carl Menger y Eugen Böhm-Bawerk los fundamentos de la teoría del valor. De Mises, entendí la imposibilidad del cálculo económico bajo el socialismo. De Hayek, la importancia del orden espontáneo y el conocimiento disperso. De Rothbard, la radicalidad necesaria para defender la propiedad privada. Y de Israel Kirzner, la función del empresario como descubridor.

No me quedé en la teoría moderna. Fui más atrás. A las raíces. Estudié a los escolásticos de la Escuela de Salamanca: Juan de Mariana, Luis de Molina, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto. También a Santo Tomás de Aquino y San Agustín. Descubrí que los principios del derecho natural, la propiedad y la justicia ya estaban formulados hace siglos, con una claridad moral que hoy resulta subversiva.

Leí a John Locke, a Frédéric Bastiat, a Jean-Baptiste Say y a Gustave de Molinari. Entendí que la libertad no es un ideal moderno, es un derecho natural. Sumé a Bruno Leoni, que explicó por qué la ley no puede surgir de la voluntad de una mayoría, y a Hans-Hermann Hoppe, que destruyó la legitimidad del Estado desde la praxeología. Leí a Antonio Escohotado y a Albert Esplugas Boter, que mostraron cómo el poder se disfraza de progreso para seguir oprimiendo.

Mi pensamiento es liberal libertario, anarcocapitalista, y se basa en los principios de la Escuela Austríaca de Economía y del derecho natural. No creo en medias tintas ni consensos forzados. Creo en la verdad, aunque moleste. Y creo que el rol de quienes la entienden es defenderla con claridad, sin pedir permiso.

No vengo a caer bien. Vengo a decir lo que aprendí. Y a exponer lo que muchos prefieren callar.

Por qué fui censurado

Durante años usé las redes sociales para compartir lo que pensaba. Opiniones sobre política, economía, sociedad. Nada más. O nada menos. Porque en un mundo donde reina la corrección política, decir la verdad te convierte en sospechoso. No insulté, no incité a la violencia, no violé ninguna norma objetiva. Pero igual me censuraron.

Meta me bloqueó la cuenta de Instagram. Después, Threads. Me marcaron como "maniático", como "peligroso", como "desinformador". ¿Por qué? Porque señalé que los gobiernos no tienen la capacidad ni la legitimidad para regular tu vida. Porque critiqué políticas fiscales destructivas. Porque denuncié que la inflación no es un fenómeno misterioso, sino una decisión deliberada de los bancos centrales. Porque hablé de libertad en un mundo donde se premia la obediencia.

Y ahí entendí algo importante: si querés decir la verdad, tenés que construir tus propios medios. Por eso creé esta web. Porque si dependés de plataformas controladas por empresas que responden a intereses políticos o ideológicos, vas a ser funcional a ellos... o vas a ser eliminado.

Esto no es solo un espacio personal. Es un refugio de pensamiento libre. Es una trinchera digital. Acá no hay algoritmos que decidan si tu opinión es "apropiada". Acá se habla con claridad. Acá se piensa.

Me censuraron por hablar. Por eso ahora hablo más fuerte.

¿Por qué hice esta web?

Esta página no es un blog más.

La hice por necesidad. Porque cuando te cierran la boca, la única salida digna es construir un megáfono más grande. Si te atacan tenés que atacar el doble.

Pero también la hice por algo más profundo: por convicción. Porque hay demasiada gente confundida, anestesiada, paralizada. Porque hay muchos que intuyen que algo no cierra, pero no saben explicarlo. Y porque hay pocos que se animan a decir lo que realmente pasa.

Yo no vine a buscar aprobación. Vine a decir lo que pienso. A fondo. Sin filtros. Porque para cambiar algo primero hay que entenderlo. Y para entenderlo, alguien tiene que explicarlo.

Esta web es eso: un mapa. Un punto de fuga. Una plataforma donde te muestro lo que veo, lo que creo y lo que aprendí. No porque tenga la verdad absoluta. Sino porque tengo una visión que no vas a encontrar en la televisión pública ni en los medios que viven de contratos estatales.

¿El objetivo? Exponer. Analizar. Criticar. Enseñar. Y, sobre todo, dar recursos. Para que vos entiendas por qué las cosas pasan. Cuáles son las consecuencias. Y hacia dónde nos llevan las decisiones que se toman desde arriba, tanto en Argentina como en el mundo.

Acá vas a encontrar contenido crudo, pero claro. Personal, pero argumentado. Que mezcla economía, política, sociedad, tecnología, energía, marketing y filosofía. Porque el mundo no es un PowerPoint con compartimentos. Es un sistema. Todo está conectado.

Esta web existe para que pienses más. Para que entiendas mejor. Y para que no te dejes domesticar.

¿Cuál es el objetivo de este blog?

Este blog es mi respuesta a la censura, pero también a la ignorancia. No la ignorancia como insulto, sino como estado forzado. Como el resultado de un sistema que educa mal, informa peor y premia al que no piensa.

El objetivo es simple: mostrarte la verdad. O mejor dicho, mostrarte mi visión de la verdad, basada en principios, evidencia y pensamiento crítico. No busco imponer nada. Pero sí provocar. Sacudir. Hacerte dudar. Porque sin duda, no hay aprendizaje.

Acá vas a encontrar explicaciones de lo que está pasando en Argentina: por qué el país se desangra, quién lo conduce hacia el abismo, y también qué oportunidades aparecen en medio del caos.

Mi enfoque es personal. No juego a ser objetivo. No soy periodista. No soy moderado. Soy un ciudadano que piensa, que estudia y que dice lo que otros callan. No digo lo que conviene. Digo lo que creo. Y lo argumento.

El blog es una herramienta para compartir ideas. Para explicarte el por qué de cada fenómeno, el para qué de cada decisión política, y el qué puede pasar si seguimos por determinado camino.

¿Hay algo de predicción? Sí. ¿Hay análisis económico? También. ¿Hay ideología? Por supuesto. Pero no desde el dogma, sino desde la razón. Desde el deseo de vivir en un mundo más libre.

Y si de todo esto salís con más preguntas que respuestas, entonces cumplí mi objetivo.

¿Quién soy? ¿Qué creo?

No soy influencer, ni coach, ni político. Tampoco vine a venderte humo. Soy Miguel. Nací el 4 de abril de 2005 en Argentina y desde que tengo memoria sentí que algo estaba mal. No afuera, en mí. Sentía que no encajaba en un país donde la mentira es rutina, donde el éxito se castiga, y donde decir la verdad es un acto de guerra.

Me formé por mi cuenta. No esperé a que el sistema educativo me diera permiso. Aprendí de los grandes. Estudié la Escuela Austríaca de Economía, el pensamiento liberal clásico, la filosofía política de los que entendieron la libertad como un valor sagrado y no como un eslogan electoral.

Leí a Menger, Böhm-Bawerk, Mises, Hayek, Rothbard, Kirzner, Locke, Bastiat, Say, Molinari, Juan de Mariana, Luis de Molina, Vitoria, Domingo de Soto, Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Bruno Leoni, Hans-Hermann Hoppe, Albert Esplugas Boter y Antonio Escohotado. Estudié con Huerta de Soto, no porque lo haya tenido en clase, sino porque lo escuché, lo leí y lo absorbí como si fuera mi profesor personal.

No todos piensan igual entre ellos. Algunos se contradicen. Algunos no se bancan. Pero de todos me llevé algo. Porque si hay algo que tengo claro es que el pensamiento libre no es repetir slogans: es integrar ideas, criticar las tuyas propias y estar dispuesto a cambiar si encontrás un argumento mejor.

Mi visión política es clara: soy liberal libertario, anarcocapitalista, minarquista en lo pragmático, pero radical en lo filosófico. No creo en el Estado como solución. Creo en la libertad como principio rector. Y no hablo de libertad abstracta: hablo de la concreta. La que se ejerce con propiedad privada, con responsabilidad individual, con respeto por el orden espontáneo y con una profunda desconfianza hacia el poder.

Veo al mundo como una red de relaciones voluntarias, no como una estructura de dominación. Por eso defiendo el libre mercado, la competencia, el derecho a decidir cómo vivir tu vida sin que nadie —nadie— se meta en el medio.

Y sí, tengo valores cristianos. Sin religión institucionalizada, pero con un fuerte anclaje en la ética, la dignidad y el amor por la verdad.

No soy neutral. No me interesa serlo. Me interesa ser honesto.

¿De qué hablo en este vlog?

Este no es un canal para entretenerte. Es un canal para despertarte.

Acá vas a encontrar análisis. Opiniones. Datos. Reflexiones. No porque tenga todas las respuestas, sino porque tengo preguntas que nadie más se anima a hacer.

Hablo de economía, desde la lógica y los principios de la Escuela Austríaca. Explico por qué el déficit fiscal no es un accidente, sino una estafa. Por qué la inflación no es un fenómeno técnico, sino un robo institucionalizado. Por qué el Banco Central debería ser abolido, no reformado.

Hablo de política. De cómo los gobiernos construyen su poder a base de miedo, subsidios y manipulación. De cómo la democracia, sin límites, puede convertirse en tiranía de la mayoría. De cómo el estatismo nos empobrece, nos infantiliza y nos corrompe.

Hablo de sociedad. De cómo la cultura del resentimiento destruye todo lo que toca. De cómo el igualitarismo forzado aniquila la excelencia. De cómo la corrección política sirve para esconder la verdad bajo la alfombra de lo “ofensivo”.

Hablo de tecnología. De cómo el mundo cambia a una velocidad que los políticos no pueden ni quieren entender. De cómo la inteligencia artificial, la descentralización, las redes y la energía nuclear pueden ser herramientas de liberación —o de control— dependiendo de quién las use.

Hablo de libros. Leo, resumo y comparto. Porque el conocimiento no sirve si se guarda. Lo mastico y lo entrego. Para que el que no tiene tiempo de leer, por lo menos tenga una idea que le cambie el día.

Y sobre todo: hablo de libertad. Siempre. En cada tema, en cada ángulo, en cada análisis. Porque todo lo que hago —todo— gira en torno a eso.

He hablado.

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