La Autopropiedad del Niño y el Límite Absoluto del Principio de No Agresión
Por qué el NO se deberían permitir excepciones al principio de no agresión, ni siquiera bajo la excusa de la supervivencia.
Perdón si esto es fuerte de leer, pero es necesario.
Leyendo este texto escrito por Walter Block consideré que era buena idea expandir la respuesta que di en el siguiente tweet: ENLACE A TWITTER.
En algunos círculos liberales existe una obsesión por llevar los principios al extremo lógico. Esa costumbre, cuando se hace bien, sirve para afilar argumentos. Pero cuando se hace mal, termina en escenarios que como dijo Hoppe, no son teoría, son un error conceptual.
Uno de esos errores aparece cuando alguien sugiere que el cuerpo de un niño puede entrar dentro de un acuerdo contractual bajo el pretexto de la supervivencia. La idea es simple: si la familia necesita recursos para no morir, podría "vender" el acceso al cuerpo del niño porque, según ese razonamiento, es "mejor estar vivo siendo víctima de abuso que muerto".
Esa conclusión es inaceptable desde cualquier fundamento serio.
Autopropiedad y capacidad de ejercicio
La teoría de propiedad parte de un axioma básico: toda persona es dueña de su propio cuerpo.
Pero la autopropiedad tiene dos partes:
Titularidad del derecho (ser dueño de uno mismo).
Capacidad de ejercerlo (tomar decisiones válidas y vinculantes).
Un niño posee el derecho de la autopropiedad, pero todavía no tiene plena capacidad para ejercerlo. Esto no lo convierte en propiedad de los padres ni en bien transable. Lo convierte en un ser humano titular de derechos cuyo cuerpo no puede ser usado como moneda.
Hans-Hermann Hoppe lo explica cuando desarrolla el principio de argumentación:
Para debatir sobre derechos, es condición necesaria reconocer al otro como agente racional.
El niño todavía no puede participar como agente racional pleno. Precisamente por eso, el adulto tiene una obligación.
El rol de los padres no es disponer del hijo, es custodiar su derecho
No existe un "derecho de los padres sobre el cuerpo del niño". Lo que existe es una obligación moral y jurídica, proteger al menor hasta que pueda ejercer sus derechos por sí mismo.
El deber de los padres es cuidado y custodia, no uso ni disposición.
Esto no surge de un sentimentalismo. Surge del hecho objetivo de que:
Los padres son quienes causaron la existencia del niño, por lo tanto,
tienen una obligación natural de no agredirlo y de mantenerlo vivo hasta que pueda valerse por sí mismo.
Esto es contractualismo natural, no paternalismo. Rothbard lo menciona en The Ethics of Liberty, ninguna sociedad funcional puede existir si los adultos no cumplen con su rol de guardianes de la propiedad del niño sobre sí mismo.
El principio de No Agresión no admite excepciones humanitarias
Un acto sexual contra un menor es agresión.
La agresión no se vuelve moral porque haya dinero o necesidad.
No hay contrato posible porque no hay consentimiento posible.
El NAP es absoluto: si un acto implica iniciar violencia sobre alguien inocente, no está permitido. No importa el motivo. No importa la urgencia. No importa la justificación emocional.
Y como dijo Mises:
“No hay justificación para violar principios universales en favor de beneficios temporarios.”
Llevar nuestra ideología a la práctica supone dejar de lado fantasías utilitaristas. Una sociedad libre no existe si aceptamos excepciones donde alguien más pueda usar el cuerpo de otro, y menos si ese otro es un niño.
¿Y la vida del niño?
El argumento de la "supervivencia" suele intentar torcer la moral hacia el utilitarismo:
más vale un niño vivo y abusado que muerto.
No.
Porque aceptar ese principio implicaría lo siguiente:
El niño puede ser usado como medio para otro fin.
Eso es exactamente lo contrario al derecho natural.
Hoppe explica que ningún sistema ético puede ser válido si permite que una persona sea tratada como recurso de otra. Llevar esto a su extremo lógico te coloca fuera del libertarianismo y dentro del colectivismo más brutal.
Conclusión
En el núcleo de toda filosofía política coherente hay una pregunta ineludible:
¿Existen principios que no pueden negociarse bajo ninguna circunstancia?
Las corrientes utilitaristas sostienen que los fines pueden justificar medios excepcionalmente inmorales si el resultado produce un bien mayor. El liberalismo clásico acepta esa premisa en ciertos escenarios. El libertarianismo (sobre todo en su versión de derecho natural y argumentación hoppeana) no.
El principio de no agresión es una ley lógica, derivada de la imposibilidad de argumentar en contra sin caer en contradicción performativa. Nadie puede justificar la agresión mientras participa de un acto argumentativo, porque argumentar presupone reconocimiento del otro como agente racional y propietario de sí mismo. Hoppe demostró esto diciendo que cualquier intento de negar la autopropiedad incurre en autorefutación.
Por eso, cuando hablamos de un niño, la cuestión no es contractual ni utilitaria. Es ontológica.
El niño es sujeto de derechos antes de cualquier interacción social.
La capacidad incompleta de ejercer esos derechos no modifica la existencia previa del derecho mismo. De ahí surge la obligación natural de los padres, es una carga derivada de haber generado la existencia del menor.
Rothbard describe esta lógica en The Ethics of Liberty cuando afirma que los padres no poseen a los hijos; simplemente tienen la responsabilidad de no agredirlos y de mantenerlos con vida hasta que sean capaces de actuar como agentes autónomos.
Esto implica algo crucial:
La necesidad no crea derechos sobre el cuerpo de otro.
Si la situación de hambre o pobreza habilitara a usar el cuerpo del niño como medio para sobrevivir, entonces la teoría libertaria quedaría reducida a una forma de utilitarismo de emergencia. Y si se admite una excepción, se destruye el principio. Un principio que admite excepciones deja de ser principio.
Aceptar la agresión como medio justificaría un precedente lógico devastador, cualquier violación podría ser legítima si ocurre bajo suficiente presión o necesidad. Eso no solo destruye la ética libertaria; destruye la civilización.
Un orden social estable solo puede existir si los derechos de autopropiedad son invariantes, y no fluctuantes ante presiones circunstanciales. Un marco de reglas donde el fuerte puede disponer del cuerpo del débil por necesidad no es mercado, es barbarie.
Por lo tanto, la pregunta central no es ¿qué decisión maximiza la supervivencia? sino:
¿Puede algún ser humano disponer del cuerpo de otro para lograr un fin propio?
No. Jamás.
El niño no es un factor de producción, no es moneda, no es intercambio.
Es un individuo con derechos originarios, su vida no puede ser instrumentalizada.
Una sociedad libre no se mide por su capacidad de encontrar soluciones creativas al hambre, sino por su capacidad de mantener principios incluso en escenarios extremos.
Ahí se separan los hombres de los animales, y la filosofía política de la desesperación.
Lo que sostiene a la libertad no es la utilidad, es la inviolabilidad del individuo.
Si quebrás ese pilar, todo cae.



